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mi refugio

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cantando al sol como la sombrilla...

jueves, 4 de febrero de 2010

UN SUPERAGENTE FORMOSEÑO

El otro día me encontré con una amiga que,como yo,sale a tomar cafecitos por los bares del barrio,para cortar un poco la monotonía de las tardes de verano.
Estas charlas resultan sabrosas y muy graciosas por nuestras críticas despiadadas hacia los hombres,porque de una u otra manera,llegamos a este tema.
Las dos,solas y con alguna experiencia sobre la vida,nos consolamos recordando los gratos momentos de romanticismo y nos reímos con ganas de las peleas,cuya escalada nos hizo decir cualquier cosa con tal de herir y hoy nos resultan ridículas.
Después de las carcajadas decimos a coro:Qué haríamos sin los hombres!! Son un mal necesario!!!.
La cuestión es que Laura,mi amiga,había conocido en la calle a un fulano que aterrizó en el barrio no hace mucho.
Primero,se encontraron varias veces de casualidad:saliendo de un negocio,en un cruce de veredas,miradas cómplices y nada más.
Una tarde,ya en el café de la esquina más populosa:él sentado en una mesa,y ella con una amiga en otra próxima.También,en esa ocasión,hubo miradas alentadoras,él se levantó en un momento y parecía que iba a hablarle,pero nada.
Pasaban los días y el sol de diciembre apretaba,así que el cafecito de las cinco pasó para las siete y media u ocho.El pretexto estaba bueno.Ella salía a hacer su excursión diaria, y él,por lo visto,también.
Un domingo,fuera de toda expectativa,Laura salió a desayunar cerca del mediodía y él pasó justo a su lado.Parecía no haberla visto pero no era así. Al rato volvió sobre sus pasos y se sentó próximo a su mesa.Como ella tenía el diario,él se lo pidió prestado y empezaron una conversación que continuó en una cena.
El se mostraba muy caballero y le fue contando su vida en apretada síntesis,era un buscador de "negocios" ya que había perdido todo en el 2001 y se había rehecho en Formosa donde llevaba cinco años instalado.Mientras contaba sus penurias con un humor chispeante,ella se dedicó a observarlo:tenía bonitos ojos,rasgos delicados,se lo veía muy pulcro,con manos finas y olía muy bien.
Ella también le contó sobre su vida,sobre su última pareja y hablaron horas.A los pocos días siguieron la charla en otro café y todo parecía venir de "maravillas".Así,entre viaje y viaje a Formosa,una cena,unos cafecitos,unos mimos y unos besos.Qué bien!Resultaba reconfortante.Otra vez las caricias,los abrazos y la sonrisa estampada.
Pasaron ya unos días más pronunciados y una espera que no quería ser espera,pero laura miraba el celular a cada rato.Como a los quince días,reapareció el formoseño.
Andaba nervioso,estresado,no paraba de hablar de todos los negocios que le estaban saliendo:desde unos repelentes para los mosquitos,cuya venta era de alcance nacional,incluyendo ministerios y reuniones con los "capos",hasta la aparición de un "ruso",instalado en Buenos Aires con bajo perfil,que lo mandaba en misión ultra secreta a Suiza a mover una millonada en euros.
El ruso era Sigfrid? El era Smart? A esta altura del relato mi amiga ponía cara de alentar la charla,algo sorprendida,mientras pensaba que el superagente 86 se había ocultado en Formosa y a ella le tocaba el honor de conocerlo.
Pero no terminó acá. el relato de millones y millones,entre dólares y euros iba en ascenso.Sucede que entre el "ruso" y él estaban juntando planchas de billetes "fragata",un total de cien mil,que un banquero europeo compraría en siete millones cash!!!!!!!
Del superagente había pasado a "9 reinas" en un segundo.Las carcajadas se venían a la garganta y apenas si podía contenerlas.Qué papel era el del fulano:Darín o Pauls? y el ruso? y el banquero europeo? Qué delirio!.
La cuestión es que ayer,cuando charlábamos,repasábamos el relato entre carcajadas,respirábamos hondo para poder seguir hablando,porque entre las suposiciones de que estuviera en Suiza o en Formosa,vendiendo los repelentes o cobrando los siete palos verdes en algún banco europeo,por las planchas de los "fragatas",o tal vez perseguido por el recontraespionaje.
Mirá,le dije a Laura,si sabía te daba unos fragatas que guardé y que en el parque Centenario me los compran por veinte pesos,capaz que este tipo me conseguía unos miles y yo pagaba todas mis deudas!
Cuando se acercó el mozo a la mesa,no podíamos ni pedirle la cuenta.
Los hombres son maravillosos! Qué haríamos sin ellos?

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